Pieza a pieza…
.. pero cada pieza
exactamente igual a la anterior

La Humanidad se hace juntando personas, el océano existe porque las gotas lo componen; la más pequeña proteína de la fantástica vida es un puzle de moléculas. Incluso antes, algo ensambló átomos y dio nombre humano o marino a esa molécula ¡Y qué es un coche si no un montaje de átomos!

Pensamos que la Revolución Industrial lo cambió todo en nuestras vidas tecnológicas y en parte es así. Las técnicas del metal como las que empleó Gustav Eiffel, en la era victoriana, cambiaron para siempre la arquitectura y la ingeniería. El uso de materiales ensamblables más ligeros que la piedra y más resistentes que la madera cambió el mundo: edificios casi sin límite de altura, puentes antes irrealizables, vehículos metálicos sobre bojes o sobre ruedas. Como en nuestras fábricas de Rubí Automotive, piezas o bloques de piezas ensambladas previamente son trasladados a otro lugar para la construcción del producto final. Antes que la torre de París (1889), en Londres ya se había levantado en tiempo récord la mayor estructura metálica del mundo: el Palacio de Cristal (1851). Pieza a pieza.

En el sector automovilístico, y muy especialmente en nuestras fábricas de componentes de Rubí Automotive, somos herederos de la Revolución Industrial pero también de mucho más atrás, de una manera científica y sistemática de hacer las cosas. Es la manera de los humanos cuando empezaron a crear estructuras sociales grandes y a querer dar servicio al grupo.

Busquemos donde busquemos, en cualquier página de la historia humana hay un desafío técnico superado. En 1755 se produjo en Lisboa un terremoto seguido de un incendio y un tsunami que desintegró la capital portuguesa y dejó más de 100.000 muertos. Por primera vez en la historia, la ciencia creó el planeamiento urbanístico moderno y se construyeron a gran escala componentes estandarizados para cientos de viviendas. Piezas o bloques de piezas -como marcos de puertas y ventanas y elementos estructurales antisísmicos- se construían en serie en una factoría y se montaban en destino ¿Le suena este proceso, lector? Hasta se establecieron stocks de repuestos, algo con lo que en las empresas como Rubí Automotive nos seguimos devanando los sesos. La fabricación de repuestos para las marcas de automóviles fue nuestra producción principal a mediados de los años sesenta del siglo XX bajo la marca Lopar, que hoy ha dejado paso a la fabricación de componentes directamente para las fábricas de los gigantes del sector.

Podemos seguir retrocediendo en el tiempo. Hace 3.000 años, los egipcios ya disponían de inspectores especializados en la calidad constructiva que supervisaban y estandarizaban los trabajos de los artesanos que trabajaban en las pirámides. Los pintores de los interiores de las pirámides pasaban rigurosos exámenes para homologar y unificar criterios estéticos. De ahí que todavía nos sorprenda hoy los parecidos en numerosos jeroglíficos aunque estén a kilómetros o siglos de distancia unos de otros. En una visita a cualquiera de las fábricas de Rubí Automotive, cualquiera puede comprobar la importancia de nuestro Laboratorio y nuestro Departamento de Calidad, siempre en un lugar prioritario de la planta.

Y todavía podemos viajar más atrás, al principio de los tiempos desde el punto de vista de la Historia escrita. Se da la circunstancia de que el primer documento oficial escrito, digamos el primer anuncio público por escrito, fue un código de normas, entre ellas normas que debían seguir los ingenieros de la época. Estamos hablando del Código de Hammurabi, un cartel de piedra escrito por la primera civilización con escritura, la babilónica de Mesopotamia, hace unos 5.000 años. En ella de habla de cumplimiento de leyes para la convivencia o para la construcción, y sus respectivos castigos en caso de incumplimiento. Rubí Automotive es heredera y continuadora de esa larga travesía del ser humano, ese impulso por crear elementos complejos que mejoran la calidad de vida de las sociedades.